Algunos de ustedes, me consta, en cuanto oigan hablar del concepto de cadáver exquisito (cadvre esquís para los connaisseurs) pensarán inmediatamente en el fiambre aún caliente de Anne Nicole Smith o de Norma Jean Baker. Pero no, zoquetes con tendencia necrófila, se trata de una técnica surrealista según la cual varios artistas ensamblan sus escritos (o pinturas) para crear una obra colectiva a partir de trabajos individuales que se suelen enlazar sin solución de continuidad. Poemas al alimón por decirlo de una forma más celtíbera.
Pues bien, en este caso los “artistas” somos Evil Gizzmo, Dr. Peter Smegman y M.A Berrakus y el poema versa sobre nuestras vivencias en el festival Primavera Sound.

M.A. Berrakus:
Dramatización ficcional del lamentable episodio acontecido a altas horas de la madrugada frente al escenario Rockdelux:Algunos habrán oído hablar de las imperecederas dotes amatorias de M.A Berrakus, pues en un ambiente portuario tan propicio al despiporre y el libertinaje extremos como es el marco de un festival de música, no me iba a amedrentar.

El caso es que no tuve ni que desplegar mis ilustres armas de seducción masiva para atraer a cuantas lolitas se cruzaban en mi camino.
Allí estábamos, cerveza en ristre y viendo las torpes evoluciones de Meg White peleándose con los tambores, cuando en estas que una enajenada y totalmente ebria moza de buen ver se me acercó dando tumbos cual mosca a la miel(da) y con aviesas intenciones. El caso es que me hallaba fumando un aromático purito (la distinción ante todo, amigos) y, balbuceando como un pato epiléptico, me pregunta si tengo un cigarro. Con un grácil movimiento de muñeca saco de mi bolsillo la cajetilla de puros y le tiendo uno a la gentil damisela. Ella, con serios problemas de coordinación psicomotriz, no atina a hacer la pinza con pulgar e índice y resuelve pedir auxilio.
Es aquí cuando (al menos para mi calenturienta mente) empezaron una serie de insinuaciones de marcado carácter sexual a las que me mantuve impertérrito, dando una magistral lección de estoicismo mientras el silicio abrasaba mi pantorrilla. Con una voz entre seductora y cazallera, y parafraseando al tío del ácido de Robocop 1, soltó aquello de: “Ayúdame”.
A partir de aquí las insinuaciones subieron de tono ante la atónita mirada de un Smegman en el umbral de la carcajada.
Que si “Enciéndemelo tú”. Allá que voy.
Que si “Pónmelo en la boca”. No me lo digas dos veces, chata.
Que si “¿Me lo trago?” Joder. Traga, traga.
Que si “Dale unas caladas”. Ya voy nena y no sigas por ahí que no respondo.
A un paso me quedé de soltarle eso de “¿Quieres fortuna? ¡Pues agáchate y fuma!”
En un momento de extrema clarividencia y lucidez, se percató de lo triste de su actuación, se sinceró y me dijo: “Te estoy jodiendo un temazo ¿verdad?” Ese tono confesional mermó seriamente mis defensas pero razón no le faltaba a la tipa; los White Stripes estaban tocando “I just don’t know what to do with myself” del ínclito Burt Bacharach.
Claro, al final la cosa quedó en agua de borrajas ¿de qué otra manera iba a terminar? Y tras un libidinoso beso en la mejilla se perdió entre la multitud mientras yo le preguntaba al fiel escudero Smegman: ¿Qué coño ha pasado aquí?. A todo esto, Gizzmo, ajena a todo el entuerto, seguía embelesada ante el arrebato de puritito virtuosismo rítmico que tenía lugar sobre el escenario, el lugar del que no deberíamos haber desviado nuestra atención para caer en provocaciones vacuas y detonantes de las más bajas pasiones de esta puerca y miserable condición humana.

Evil Gizzmo:
Teniendo en cuenta que soy muy gafe para los conciertos (cancelaciones y suspensiones a gogó), el Primavera Sound fue perfecto. Salimos puntuales de casita, no nos perdimos, no tuvimos que tragarnos una cola de la hostia para entrar, y no nos liamos a hostias con nadie (bueno, tuve un pequeño altercado, pero diré en mi descargo que sólo defendí el honor de una bella e inocente criatura (Dla)…)
La primera parada fue el escenario Estrella Damm: Herman Düne (mención especial a lo bien que se lo pasó el batería bailoteando con los crótalos…). A continuación reptamos por el recinto del Fòrum hasta que llegó el gran momento (para mí): Los Melvins. Algunos miembros de la comitiva tomaron las de Villadiego, así que los que quedamos (los ilustrísimos señores Berrakus y Dla, et moi) nos dirigimos al escenario grande, consiguiendo una honrosa quinta fila que acabó convirtiéndose en una fantástica segunda fila gracias a los guiris borrachos que hacían pogo. Qué decir de la actuación de los Melvins. Absolutamente brutal. Vimos en acción a la nueva formación, con dos contundentes baterías. Buzz Osborne y Dale Crover siguen en sus funciones habituales, a los que se añaden dos miembros de la banda Big Bussines, actuando como bajista y segundo batería, respectivamente.

Después del apoteósico fin de show de los Melvins (veinte minutos de solo de percusión mientras el bajo aporreaba el gong al grito de “We all gonna die!), nos reunimos con Smegman y Seamother, cenamos a ritmo de Slint , y nos desplazamos al escenario donde tocarían los Smashing Pumpkins en breve. Seamother y yo acabamos en segunda fila utilizando la técnica de la escurridiza anguila enana™, mientras que el resto de compañeros acabaron unos metros más atrás. Como ya sabemos que el concierto fue un mero ejercicio de nostalgia colectiva (Berrakus dixit), me centraré en la performance. Qué decir del vestuario de los Smashing Pumpkins… Billy Corgan portaba una extraña túnica blanca a la que había añadido precinto policial a modo de faja. Ginger Reyes llevaba un bonito vestido (no me preguntéis porqué, pero los vestidos de novia recortados y los mástiles combinan muy bien). Jimmy Chamberlin, aparte de ser la hostia, vestía un traje blanco medianamente respetable, y por último, el pobre Jeff Shroeder lucía un bochornoso pijama blanco con capa de Drácula espacial incluida.

A todo esto, M.A. Berrakus consiguió escaparse para presenciar las locuras de Mike Patton y Fennesz. Yo no llegué a tiempo y me cagué en la puta madre que parió a los conciertos que sólo duran cuarenta minutejos.
Tras el proceso de descompresión que conlleva estar en segunda fila, fuimos a ver (de lejos) a los White Stripes, para comprobar que la batería no ha olido un redoble en su vida, y que se va a joder la espalda si sigue tocando así. A esas horas ya estábamos cansados, y la música electrónica campaba a sus anchas, así que decidimos largarnos en uno de esos maravillosos y abarrotados buses gratuitos, fletados por cortesía de la organización.

Estando enlataos en el autobús Smegman y yo (el resto del grupo recaló en las antípodas del bus), vimos una especie de jeep-limusina desplazándose por el carril contrario. Pensamos que nadie nos iba a creer, pero resulta que el trasto se llama Hummer y que originariamente era un vehículo militar. Qué cosas.
Dr. Peter Smegman:
Ya hicimos bien, ya… Berrakus y un servidor nos habíamos caldeado los corazones a base de birra antes de entrar al Forum, lugar abstracto e ideal para un evento como el que acontecía. Y es que lo primero que me tocó las pelotas fue que nos sablearan 3 ecus por un puto chupito de cerveza, pero aún así cayeron unas cuantas.
Por otro lado, me dejé las gafas en casita, creyendo que el lugar dispondría de unos mínimos de iluminación, pero no. En cuanto anocheció, aquello se convirtió en un inmenso juego de la gallinita ciega con 22.000 participantes. Con decir que confundimos la cola de los lavabos con la de las patatas fritas… Y ya está, esto representa todo lo negativo que puedo decir del Primavera ’07. Por lo demás, cojonudo todo. Hasta el hacinamiento infrahumanoide en el que nos vimos envueltos para regresar en aquel autobús del infierno me pareció adecuado.Los Herman Düne (a los que me empeñé en llamar Los Alvar Hanso, catódico de mí), nos divirtieron y animaron nada más llegar. Folk y mucha clase, apenas enturbiado por ciertos problemas con el sonido. Luego llegamos justito para ver el final de la actuación de Dirty Three, ya que nos entretuvimos en nuestro pasatiempo favorito, hacer cola para beber cerveza, y he de decir que, pese a no conocerlos de nada, me impresionaron mucho, sobre todo el batería (¿Jim White me dijeron?). Era como si un trío de delfines-zombis hubiese decidido formar una banda… ¿Se me entiende? ¿No? Pos ala, al emule.

Los Melvins consiguieron que nos separásemos en dos grupos, los que sabían de música se quedaron allá, y Seamother y un servidor nos dejamos hipnotizar por el aura, a priori bizarra, que conlleva Elvis Perkins: el hijo de Anthony Perkins… Sí, sí, el Norman de Psicosis. Y bueno, el chaval le ponía ganas, tenía más de Elvis que de Perkins, pero no acabó de llegarnos. Un pop algo sosainas, nos decíamos Seamother y yo con la boca atiborrada de sendos bocadillos. Eso sí, chapeau para el señor Elvis, ya que en ningún momento dejó mostrar el trauma que a buen seguro arrastra desde el día que descubrió que su padre es ni más ni menos que su abuela.
Tras algunos titubeos y amagos de actuaciones (Veracruz, Slint, éste último Berrakus se lo tragó doblado), fuimos al tema central. Los Jodidos Smashing Pumpkins. Tercera fila ná menos. Decidí ignorar la pesadilla demencial que llevaban por trajes y concentrarme en la música. Una oración recorrió a los presentes en forma de escalofrío epifánico: “Que no toque nada nuevo Diox mío” Y bueno, se portó el coleguita. Por supuesto unos cuantos desaprensivos borrachos y drogados hasta el tálamo quisieron enturbiar la velada y lamentablemente tuve que retroceder unos metros, ya que en seco me vi envuelto en un improvisado torneo de Tekken, en el que Gizzmo quedó campeona por acojone del rival.

Poco más, los White Stripes me dejaron frío. Eso sí nos echamos unas buenas risas Berrakus y yo a costa de la incipiente apoplejia de la señora batería, y las horas extra que llevaba el pobre Jack a las espaldas. Y ya’sta, así acabó el Primavera’07 para mí. Sólo confirmar lo que Gizzmo vio en el viaje de vuelta, un Jeep-Limusina. Yo también lo vi y, francamente, no entiendo una mierda. ¿Para cuándo el Sidecar-Limusina?
Ah, y quien quiera leer la crónica oficial del Berrakus que se enchufe aquí:
www.muzikalia.com
Que para algo que me he pasado tres días escribiendo como un cabrón 18 crónicas. Ale, a cascarla.